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Leyendo a la sombra

Canciones de amor en Lolit’as Club

Me considero un lector de novelistas, es decir, si leo algo que me gusta especialmente de un autor determinado, leo otros títulos del mismo autor, e incluso llego a leer todo o casi todo del mismo. A eso es a lo que me refería cuando hablaba de lector de novelistas. Es lo que me ha ocurrido con escritores como Miguel Delibes, Juan Marsé, Luis Mateo Díez, Rafael Chirles y alguno más.
Así he podido conocer la mayor parte de la obra y la trayectoria de estos autores, es cierto, pero también me he cuestionado en alguna ocasión por qué los leo, y si no tendré con ellos una cierta relación de servidumbre, pues el hecho de que determinados textos de un autor me hayan gustado mucho, esto no presupone automáticamente que todo lo que escriba me vaya a gustar necesariamente.
Canciones de amor en Lolit’as Club es la última novela de Juan Marsé,un novelista y cuentista excepcional, uno de mis autores preferidos. Recuerdo especialmente la primera obra suya que leí, en septiembre de 1977: Si te dicen que caí. Esa novela me enganchó totalmente a este autor, y luego he ido leyendo todo lo demás. Un solo título me condujo a toda una obra. Una obra que ha ido creciendo y madurando con los años hasta convertirse, en mi opinión, en una de las mejores de la narrativa española actual; con títulos impagables como La oscura historia de la prima Montse, Ronda del Guinardó, Últimas tardes con Teresa, El embrujo de Shanghay, Rabos de lagartija y los cuentos de Teniente Bravo.
La novela que ahora publica tiene el sello Marsé, indudablemente, pero no me ha parecido que esté a la altura de las citadas anteriormente, especialmente la publicada con anterioridad a esta: Rabos de lagartija, una obra maestra. Tal vez el origen del texto, un guión cinematográfico, haya sudo un lastre para la novela, convencional y previsible en algunas ocasiones.
La novela narra básicamente una historia de perdedores. Un policía que participó en la lucha contraterrorista, expedientado ahora por sus violentos métodos, viaja a Cataluña, donde reside su familia. Allí se reencuentra con su hermano gemelo, un disminuido psíquico al que siempre protegió, y que ahora trabaja en un club de alterne. El policía es objetivo de ETA y de los narcotraficantes gallegos que trafican con prostitutas sudamericanas. La historia se va construyendo en torno al tema del doble antagónico, el hermano brutal y despiadado y el disminuido con un carácter infantil. El personaje de Raúl, el policía, me parece demasiado plano, poco rico en los matices a los que nos tiene acostumbrados el autor. Con todo, el texto lleva el sello Marsé, la cual ya es una cierta garantía, y se deja leer, aunque personalmente prefiero la novela anterior: Rabos de lagartija, una novela excepcional.
Los lectores de Marsé esperábamos, tal vez, una novela de más aliento, de esas que, como dijo Kundera, son fáciles de leer y difíciles de entender. Esta de ahora no decepciona, y no hablo como lector complaciente, pero para leer al mejor Marsé habrá que esperar a la próxima vez.

1 comentario

jhvf -

que porqueria