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Leyendo a la sombra

Apostillas a "La caja de conchas"

   Observa acertadamente Portorosa después de la lectura de La caja de conchas “que no queda muy claro lo del padre, ni por qué, si el problema era con él y él ya estaba muerto, no había ido al entierro de la madre”.

   Ciertamente, en el relato hay una importante zona de sombra, un escamoteo intencionado al lector. El narrador —que es quien en definitiva nos cuenta lo que leemos— deja sin resolver el núcleo dramático del asunto, y el autor es consciente de que esto le plantea al lector algunas dudas (legítimas), si bien es cierto que en el texto hay veladas alusiones a ciertos sucesos que provocaron que el hijo abandonase la casa para no regresar jamás, como se había jurado, hasta que un recuerdo que roza el absurdo, sobrevenido al conocer la muerte de la madre, lo empuja a ponerse en camino.

   Creo que en este relato el narrador ha tratado de de mostrarle al lector sólo lo imprescindible, entregarle la historia de tal manera que, aun a riesgo de parecer ambiguo, algo quede sin revelar y se vea obligado a comprender el mecanismo interno del texto, que es justamente ese, no revelarlo todo, dejar zonas de sombra, huecos sin rellenar, de tal manera que el lector se pregunte cómo será el color de la llama de una vela cuando contempla la vela apagada. Tal vez a este relato le ocurra como a esas fotos veladas, que no conservan ningún resto de la impresión de la luz, pero hubo un momento en que esa luz estuvo allí, en la emulsión del negativo.

   Quizás por ello el narrador ha pretendido meternos en el pellejo de un hombre que emprende un viaje con una certeza, y al final de un par de horas de carretera, la única justificación que encuentra para haber regresado es un objeto impersonal, carente de todo mérito, estúpidamente anodino. En esa caja de conchas supone que está la clave del regreso, y cuando contempla su interior iluminado por las luces de neón de la cafetería de una gasolinera, lo que ve es sólo una parte del pasado, fragmentos de otro tiempo. Un tiempo oscuro, como la ciudad que parece aguardarlo al final de la autopista. Esta tal vez sea la única certeza que este hombre tiene en este momento: que esos puntos que brillan tras la lluvia es la ciudad de donde salió y a donde regresa.

   El narrador nos ha dado una historia aparentemente insignificante, incluso hasta trivial, pero en ella el lector puede observar una parte de la conducta humana. Leámosla no en busca de respuestas, sino en busca de preguntas.

4 comentarios

La donna è mobile -

No se qué me ha gustado más. Si el relato o las explicaciones. En cualquier caso, gracias por la dosis, :-)

No vayas a parar aquí.

Cristina -

Me ha encantado la frase final del final, la de las preguntas... sí señor... mucha verdad en ella. Habrá que ir leyendo más libros así...

Portorosa -

Gracias por las apostillas. Quiero creer que no he resultado un tonto...

Un saludo.

Grial -

Me ha gustado mucho, las descripciones de la casa, las sensaciones del hijo al ver de nuevo el pueblo después de tanto tiempo, especialmente esa parte, me he visto reflejada en algún momento...
Un placer leerte, un beso :)