Impostura
Los diarios del miércoles 11 de mayo publicaban la noticia de la impostura de Enric Marco, presidente de la asociación Amical de Mauthausen, del que se ha sabido ahora que nunca estuvo preso en un campo de concentración alemán.
Es la historia de una impostura, de una tremenda mentira mantenida durante 30 años por este hombre que aquí vemos en una fotografía publicada en el diario El País.
Marco dice que fabricó esa mentira para contribuir a la causa, la divulgación de los sufrimientos de los españoles que estuvieron internados en campos de concentración alemanes durante la segunda Guerra Mundial.
La historia me parece que tiene más de literaria que de otra cosa. Un hombre se convierte en narrador de una historia que le tiene a él mismo como protagonista, y ha tenido que hacerlo muy bien, pues durante treinta años su narración ha funcionado.
Ante la fotografía de este personaje, arrugado por los años, que mira casi insolentemente al fotógrafo, me pregunto si acaso no nos inventamos una parte de nuestra vida cuando se la referimos a los demás, es decir, cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en lo que decimos. Este hombre narraba una vida que no vivió, pero que acabó viviendo en la ficción. Es decir, construyó para sí toda una vida. Hizo de su vida una aventura literaria, una trama argumental que fue construyendo poco a poco, hasta levantar un sólido edificio narrativo, pero le ha fallado el desenlace. Ahora, repudiado por todos, tal vez se pregunte si no tenía derecho a vivir otra vida más amplia, la de la ficción, habida cuenta que le guiaba un noble interés. Pero en muchas narraciones el autor no sabe resolver el final de lo narrado, fallan algunos cabos.
Quizás sea este el caso de Enric Marco, que no supo resolver el desenlace.
Es la historia de una impostura, de una tremenda mentira mantenida durante 30 años por este hombre que aquí vemos en una fotografía publicada en el diario El País.
Marco dice que fabricó esa mentira para contribuir a la causa, la divulgación de los sufrimientos de los españoles que estuvieron internados en campos de concentración alemanes durante la segunda Guerra Mundial.
La historia me parece que tiene más de literaria que de otra cosa. Un hombre se convierte en narrador de una historia que le tiene a él mismo como protagonista, y ha tenido que hacerlo muy bien, pues durante treinta años su narración ha funcionado.
Ante la fotografía de este personaje, arrugado por los años, que mira casi insolentemente al fotógrafo, me pregunto si acaso no nos inventamos una parte de nuestra vida cuando se la referimos a los demás, es decir, cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en lo que decimos. Este hombre narraba una vida que no vivió, pero que acabó viviendo en la ficción. Es decir, construyó para sí toda una vida. Hizo de su vida una aventura literaria, una trama argumental que fue construyendo poco a poco, hasta levantar un sólido edificio narrativo, pero le ha fallado el desenlace. Ahora, repudiado por todos, tal vez se pregunte si no tenía derecho a vivir otra vida más amplia, la de la ficción, habida cuenta que le guiaba un noble interés. Pero en muchas narraciones el autor no sabe resolver el final de lo narrado, fallan algunos cabos.
Quizás sea este el caso de Enric Marco, que no supo resolver el desenlace.
5 comentarios
El lector a la sombra -
josemaria -
Meritxell -
El lector a la sombra -
juan carlos -