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Leyendo a la sombra

Leer hacia el pasado, leer hacia el futuro

La literatura no consuela, pero puede servirnos de espejo en el que mirarnos y reconocernos, y a través del cual podamos establecer un fructífero diálogo con el texto, con otros lectores y, en última instancia, con nosotros mismos. La lectura, así, contribuye a hacernos, a construirnos, a levantar el armazón emocional e intelectual del que estamos hechos y del que estamos permanentemente haciéndonos. Aceptada esta idea de la literatura como formación, podemos hablar básicamente de dos tipos de lectura.
En primer lugar está una lectura hacia el futuro, anticipatoria, con la que leemos la vida, lo que nos ayudará después a vivirla, pues leyendo se aprende de alguna manera a vivir. La lectura deviene así en una auténtica educación sentimental.
La segunda es una lectura hacia el pasado que trata de explicar lo vivido reconstruyendo la memoria personal y social. Y aún cabe considerar una tercera: la lectura sobre la marcha, irreflexiva o de puro entretenimiento, leer para pasar el rato, sin mayores pretensiones.
En los años iniciales de formación, años de aprendizaje, prima la lectura anticipatoria, mientras que en la edad adulta lo que predomina es la lectura retrospectiva. Ahora bien, me pregunto si estos esquemas no estarán cambiando en la actualidad, pues parece que los lectores jóvenes tienden a ser menos, mientras que los adultos tienden a ser más. Es decir, se estaría empezando a imponer en el marco lector la lectura retrospectiva frente a la anticipatoria. Tal vez los lectores adultos sean bastante escépticos ante el futuro, y vivir al día es lo que se impone en este mundo tan complejo y a veces caótico, imprevisible. El futuro está ahí, sí, pero bastante tengo con soportar y administrar mi presente, sobrevivir a diario y encima entender mi pasado, no se me pida más; parece que vienen a decirse muchos lectores.
No es de extrañar, por tanto, que en este escenario de incertidumbre ante los destinos humanos se vaya imponiendo en una amplia franja de lectores esa tercera vía, la de la lectura como puro entretenimiento, literatura kleenex, de usar y olvidar, que no consuela, pero al menos distrae.
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PS: Lista de los libros de ficción más vendidos
1º.- La conspiración, Dan Brown.
2º.- La velocidad de la luz, Javier Cercas.
3º.- La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón.
4º.- La mujer justa, Sandor Marai.
5º.- Pasión india, Javier Moro.
6º.- Ángeles y demonios, Dan Brown.
7º.- La pirámide, Henning Mankell.
8º.- El Código Da Vinci, Dan Brown.
9º.- En el blanco, Ken Follet.

Libros más solicitados en bibliotecas públicas:
1º.- Ángeles y demonios, Dan Brown.
2º.- El reino del Dragón de Oro, Isabel Allende.
3º.- Cabo Trafalgar, A. Pérez-Reverte.

(Fuente: Suplemento ABCD las artes y las letras, 11/6/05)

1 comentario

Portorosa -

No estoy de acuerdo con la primera frase de tu post, Lector: creo que la literatura sí consuela; no cura (no todo, al menos), ni sirve casi nunca para darte lo que la vida te quita, pero consolarte -precisamente consolarte- sí que lo hace. A mí sí, desde luego.
Hasta cuando quieras (ni que decir tiene que mi silla está a la sombra).