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Leyendo a la sombra

Necesito tantas cosas para poder llenar pocas páginas

Necesito tantas cosas para poder llenar pocas páginas Estas palabras de Marisa Madieri (Fiume 1938 – Trieste 1996), la cara sonriente que aquí ven, bien podrían definir el método de escritura de esta mujer, escritora secreta durante años.
Marisa Madieri es autora de Verde agua, una exquisita visión literaria en torno a la idea del paso del tiempo. Tiempo aislado, como el de la infancia, que permanece en lo más hondo de la conciencia y camina con nosotros toda la vida.
El libro es también una lúcida visión del destierro, de cualquier clase de destierro y extrañamiento. La autora tuvo que abandonar con su familia la ciudad de Fiume, entregada a los yugoslavos después de la Segunda Guerra Mundial. A este primer destierro le siguió un segundo durante siete largos años vividos en un campo de refugiados, en el que permaneció hasta hacerse adulta. Poca a poco el libro se va convirtiendo en una metáfora del exilio y sus heridas y por sus páginas van desfilando algunos de los componentes de su familia que más la marcaron, esos héroes de lo cotidiano que encuentran la grandeza en servir cada día una taza de café sin abandonar del todo las pequeñas miserias cotidianas: la madre, siempre amando y sufriendo; el padre, inventándose historias que acaba por creer, la abuela...
El texto se organiza como un diario, y en el posfacio, escrito por Claudio Magris, marido de la autora, podemos leer lo siguiente: “Somos profundos, volvamos a ser claros. Estas palabras de Nietzsche —tan queridas para Saba, que las consideraba una descripción ideal de su poesía— pueden definir también las páginas de Marisa Madieri. En numerosas ocasiones la crítica ha destacado su tersa y despiadada transparencia, que deja emerger íntegramente el oscuro fondo de la vida hasta la límpida superficie de las cosas, agua cristalina sobre cuyo espejo se dibuja la tortuosa geometría de las cavidades submarinas.”
Literatura intensa, este es uno de esos libros que forman parte por derecho propio de esas lecturas, necesarias e irrenunciables, que a uno le cambian la vida, que a uno le hacen mejor.
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15 de noviembre de 1984
Fue en San Giovanni donde mi madre pasó el último año de su vida, aquejada de una enfermedad grave, el síndrome de Alzheimer, que, en un proceso irreversible, la hizo caer rápidamente en una senilidad precoz, consumiendo su cuerpo y su mente hasta la muerte. Las primeras señales de este mal se hicieron notar después de que muriera la abuela. Comenzó con unas amnesias relacionadas con pequeñas acciones cotidianas, episodios marginales de su vida. Después olvidaba los nombres de las cosas. Mamá se daba cuenta de que estaba perdiéndose y luchaba desesperadamente, y escribía en papelitos, que esparcía por la casa, el nombre de los objetos —reloj, cojín, silla—, inútiles salvavidas arrojados en el pantano del olvido que la estaba engullendo. Olvidó poco a poco la ortografía y al final la escritura. La realidad, también la más terrible, parece a veces un plagio de célebres páginas literarias.
Su memoria, inexorablemente destruida, se precipitó en la noche. En los últimos meses no fue ni siquiera capaza de reconocernos a mi hermana y a mí. Continuó en cambio hasta el final llamando a papá, que fue el último en quedar borrado.
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Entrevista a Claudio Magris en El Cultural del 9/1/03.
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Marisa Madieri, Verde agua. Posfacio de Claudio Magris. Edit. Minúscula. Barcelona 2001. 203 páginas. 13.22 €.

4 comentarios

Anónimo -

es un libro estupendo
y también
porque escribe agua
el "claro del bosque"
aunque prefiero "verde agua"

Portorosa -

Me ha parecido muy apetecible, a juzgar por lo que cuentas. A mi lista.
Gracias.

gatito viejo -

De lectura obligada ,pues.Me gustan los libros que impresionan , que te cambian la vida , que te hacen sentir
No conocía a esta escritora.Me ha gustado lo que he leído en el fragmento que incluyes en tu post .Saludos

Grial -

Ampliando mi lista de pendientes ;)
Un beso :)