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Leyendo a la sombra

Sin título I

 

 

Los linces no copulan cuando llueve

es un buen endecasílabo para un soneto ahora que el sol se enseñorea del paisaje.

El pasado es un negocio devaluado, la memoria le sale cara a más de uno. Para qué recordar, muchachos, con lo bonito que es el olvido.

Podría escribir los versos más tristes esta noche si tuviera ese estado de ánimo, pero no puedo evitar esbozar una sonrisa que me viene no sé de dónde.

Te tuve que decir no, lo hice por costumbre. El sí se me hace últimamente insoportable. No espero que lo puedas entender.

Déjalo, me dicen con frecuencia, el qué, respondo, es igual, insisten, tú déjalo.

Cada vez soporto menos los espejos, ni siquiera saben mentir.

Prefiero los ajustes de cuentos, sólo quiero que lo sepáis. Aunque estoy considerando muy seriamente prescindir de todo planteamiento inicial en favor del desarrollo y el desenlace.

Me dijo que sentía melancolía por su futuro. Cada vez entiendo menos a mis hijos.

La crisis nos agobia, se quejaba el dueño de la empresa, nos estamos acercando al límite en que el negocio deja de ser negocio. Lo miré y por un instante supuse que estallaría en carcajadas. Es lo que tiene el oficio de contable, me dije, perdemos el sentido del humor y el del amor (al prójimo).

A mí me gustaría saber qué piensa una cerveza

cuando le ponen una chapa en la cabeza.

 

1 comentario

Campanilla! -

Dónde iremos a parar???
eso es lo mejor que contiene la vida para mí: el elemento maravilloso de no saber nunca dónde iremos a parar..
Me ha encantado!Ole!