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Leyendo a la sombra

Wolfgang Koeppen, El invernadero

Wolfgang Koeppen escribe El invernadero en 1953, es la segunda novela de la trilogía sobre la situación de la Alemania de posguerra, con anterioridad había publicado como ya comentamos Palomas en la hierba. En El invernadero se narran las convulsiones de la política alemana de los primeros años de la República Federal. En Bonn, la capital del nuevo estado, con las ruinas de los bombardeos aún visibles, luchan por el poder antiguos nazis, conservadores católicos y socialistas; pero los políticos están pactando en secreto el rearme de Alemania.
Inmerso en esta lucha política en la que convergen diputados oportunistas y políticos corruptos, se encuentra el personaje central de la novela, Keetenheuve, parlamentario al que todos quieren apartar, marginar —llegan incluso a ofrecerle la embajada de Guatemala para apartarlo del debate político—, pues su actitud ética les resulta insoportable a los demás: la política es un negocio, y el que no se atiene a las reglas está excluido.
En uno de los momentos finales de la novela podemos leer lo siguiente, no olviden la fecha en que se escribió: 1953... pero de tremenda actualidad.
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En las salas del grupo parlamentario le esperaban, Heinewg y Bierbohm y los otros expertos de las comisiones, los zorros del procedimiento, las águilas del reglamento, volvían a mirar a Keetenheuve con aire de reproche. Knurrewahn vigilaba a los suyos y, mira por dónde, no faltaba sin causa justificada ningún importante. Habían venido a la sesión desde sus provincias, el aire de las provincias colgaba de sus ropas, lo llevaban consigo a la sala, un aire espeso de habitaciones estrechas, en las que habitaban al parecer encerrados, porque tampoco ellos representaban directamente al pueblo, ya no pensaban como el pueblo, también ellos eran —pequeños, muy pequeños— preceptores del pueblo, no precisamente maestros, pero sí personas de respeto o no respeto, ante los que la gente cerraba el pico. Y a su vez ellos, sus huestes, cerraban el pico ante Knurrewahn, que a veces tenía la sensación de que algo no iba bien aquí. Contempló a su guardia silenciosa, parlamentarios de cráneo alargado, tipos estupendos en los que podía confiar. Leales de los tiempos de la persecución, pero todos ellos receptores de órdenes, una tropa firmes ante el sargento, y Knurrewahn, que ahora estaba arriba, como hombre del pueblo, sin duda, pero arriba, en el círculo de los dioses, cercano al Gobierno e influyente, Knurrewahn escuchaba en vano en busca de una palabra de nostalgia de abajo, de un grito de libertad, de un latido de corazón que viniera del fondo; no se agitaba ninguna fuerza virgen, difícil de someterse a la disciplina, no se sentía ninguna indomable voluntad de renovación, ningún valor para derribar los viejos valores muertos, sus mensajeros no traían eco alguno de las calles y plazas, de ls fábricas y de los altos hornos, al contrario, eran ellos los que esperaban instrucciones, signos de la cabeza, órdenes de Knurrewahn, exigían a la burocracia de partido de las centrales y no eran más que puestos avanzados de esa burocracia, y ahí estaba la raíz del mal, regresarían a sus lugares de provincias y allí anunciarían: Knurrewahn quiere que nos comportemos de tal o cual modo, Knurrewahn y el partido desean, Knurrewahn y el partido ordenan, en vez de que fuera al revés, en vez de que los mensajeros de provincias le dijeran a Knurrewahn el pueblo desea, el pueblo no quiere, el pueblo te manda, el pueblo espera de ti, Knurrewahn... nada. Quizás el pueblo sabía lo que quería. Pero sus representantes no lo sabían, así que hacían como si al menos hubiera una fuerte voluntad de partido.
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Wolfgang Koeppen, El invernadero. Traducción de Carlos Fortea. Edit. RBA. Barcelona 2005. 189 páginas. 16 €.

2 comentarios

Daniel Donoso -

Descubrí recientemente por azar a este autor y a este libro. Casualmente hace 10 minutos acabo de leer ese párrafo. Es excepcional.
Y lo que sigue aún más, cuando compara las expectativas de los partidos de fútbol con las expectativas ante el debate parlamentario.

Gatito viejo -

He tomado nota del libro .Lo voy a leer .Parece muy interesante , así me lo ha parecido al menos por tu comentario .Saludos