Un laberinto de paredes de desamor y vacío
Sostenía Benjamin que el laberinto es la patria de los indecisos, y acaso sea un laberinto la patria de las mujeres de Alice Munro, las protagonistas de los cuentos de Escapada, pues son mujeres que huyen, renuncian a una existencia, parten en busca de algo sin saber muy bien qué es.
Estas mujeres no son heroínas, ni padecen tensiones que las aboquen a una situación límite. Su mundo es sencillo, pero en su interior alienta algo que las impulsa a tomar decisiones por las que a veces deberán pagar un precio. Y es esa elección la que nos permite entrar en unas vidas en las que los actos y los sentimientos van conformando las coordenadas de un laberinto sujeto a un orden. Quizás estas mujeres, a diferencia de lo que decía Benjamin, tomen decisiones para salir de un laberinto a sabiendas de que a la salida les espera otro, el laberinto inexcusable de sus propias vidas.
Como le sucede a Robin, la protagonista de Desencuentro, una enfermera que vive en una pequeña ciudad, y cuida a su hermana mayor, enferma de asma. Todos los años acude en tren un día de verano a una ciudad cercana para ver la representación de una obra de Shakespeare. Pero en esta ocasión un pequeño incidente alterará su anodina existencia. En el teatro pierde el bolso y su dinero para pagar el billete de vuelta. Desolada por el suceso se sienta en un banco para pensar qué hacer. Un hombre con acento extranjero que pasea un perro se ofrece para dejarle algo de dinero. Ambos se dirigen a la casa del hombre, pues este ha salido sin dinero. Robin no desconfía del hombre, tal vez por su acento. El hombre tiene una tienda en la que vende y repara relojes, la vivienda ocupa el piso de arriba. Invita a Robin a subir y le ofrece algo de cenar.
Robin no había tenido novio, ni amantes, y ahora está cenando con un desconocido en su casa. Después de cenar van a pasear hasta la hora de salida del último tren. Ella le pregunta cómo puede devolverle el dinero, y el hombre le dice que el verano próximo estará en el mismo sitio, en su tienda y le pide que se ponga el mismo vestido. Antes de que ella suba a su tren el hombre la abraza y los dos se besan. Deciden no escribirse cartas, sólo volverse a ver el próximo verano.
Y ese verano ella acude a la nueva representación teatral, y después de la obra va a la tienda y lo ve allí, al fondo, ocupado en sus relojes. Cuando el hombre la vio se quedó perturbado y con un gesto de repulsión le cerró la puerta en la cara.
Tendrán que pasar unos años para que Robin, en una sala del hospital donde trabaja, vuelva a reencontrarse con aquel episodio doloroso del pasado. Entonces, las sombras cobrarán sentido y el laberinto de su vida se le abrirá insospechadamente ante sus ojos, cuando ya no hay lugar para preguntarse cómo hubieran sido las cosas.
Escapada consta de ocho historias protagonizadas por mujeres que transitan por un laberinto cuyas paredes están hechas de desamor y de vacío. Tres de esas historias —Destino, Pronto y Silencio— están protagonizadas por Juliet, en tres momentos importantes de su vida, por lo que realmente pueden leerse como capítulos de una novela corta.
Esta señora canadiense de pelo blanco ha escrito un libro excelente, extraordinario en algunos momentos. Uno de esos libros de los que uno habla con entusiasmo a sus amigos, que dejan ese sabor que al lector a la sombra le ha hecho pensar si el próximo libro estará o no a esa altura de los libros con los que uno disfruta del placer de la lectura y se hace mejor leyendo la vida de los otros. Otros como él, como nosotros. Como la vida misma.
Alice Munro, Escapada, Edit. RBA. Barcelona 2005. 286 páginas. 20 €.
1 comentario
Portorosa -
Espero que no.
Un abrazo.