(A)brazos
Déjame que vaya a brazadas hacia ti, con mis brazos hacia tus brazos en ese remar juntos del abrazo. Y que los cuatro brazos se fundan en ese mar en el que las palabras escritas a trazos en tu espalda te traigan, como olas, otras palabras ya dichas y acaso olvidadas, que ahora vuelven y vuelven renovadas. En ese ir y venir sé tú misma, no otra. Déjame sumergir tus brazos en mi abrazo, y a brazadas y abrazados, cerremos nuestros ojos al espejismo que invariablemente nos devuelve siempre la misma imagen: cuatro brazos que no saben que desean bracear hacia el abrazo.
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