Blogia
Leyendo a la sombra

Fotos veladas

Plenitud líquida

Un día noté que los ojos de mi madre estaban permanentemente acuosos. Ella, cuidadosa y discretamente, se aplicaba la puntita de un pañuelo que sacaba con disimulo de entre los entresijos de su puño izquierdo, y con ella se enjugaba alguna esquiva lágrima que apenas asomaba por la comisura de sus cansados párpados. Dirigí mi mirada al punto a donde miraba mi madre y supe que ella veía más y más allá. Aquel día vi en sus ojos y en su mirada la vejez, pero también vi la plenitud. Desde entonces, cuando la beso, me gusta sentir en mi mejilla ese poquito de humedad que me deja algo venido de muy lejos.
.
Dedicado a Carmen (23 de agosto de 2005).

Se te ve muy feliz

La intuición del engaño se convirtió en certeza instantes después de oler aquel perfume que me regaló unos días más tarde. Su sonrisa empezó a ser definitivamente de idiota después de un corto pero definitivo proceso de parecer de idiota. Desde entonces decidí dedicarme a él plenamente: ahora soy una mujer extremadamente complaciente en todo y con todo; hace meses que apenas pronuncio la palabra “no”, que he dejado de indagar en sus gestos, sus miradas, sus palabras, buscando significados ocultos en significantes carentes de ellos. Hace meses que abandoné la ironía. Mi vida está dedicada enteramente a él. Quiero lograr que sienta un remordimiento total, redondo, absoluto y perfecto, la semilla del odio. Mi madre me dice a veces que se me ve muy feliz.