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Leyendo a la sombra

Red de relaciones o La trampa de la Red

Red de relaciones o La trampa de la Red Cuando empecé el blog en el mes de mayo pasado no dejaba de pensar que esto no tendría sentido, pues nadie me iba a leer, y se suponía que el sentido es que alguien te lea. Bien, me dije, es igual, me leeré yo. A los pocos días pensé: pues no sé yo si no será esto una nueva y sofisticada forma de alimentar el ego. Y en el fondo, qué quieren que les diga, pues que me hacía cierta ilusión tener lectores. Incluso hablé de ello, así como quien no quiere la cosa, con mis compañeros, ya saben, en el colegio. Ni caso. Alguno hubo que preguntó qué era eso de un blog, pero de ahí no pasó la cosa. No me arredré, evidentemente, y llegué a idear una sutil fórmula de captación de lectores: los alumnos, estos no fallan, pensé, ahí sí que no va a haber problemas. Pero cuando me lo pensé mejor, no les comenté nada. Creo que fue lo más sensato (especialmente para ellos).
Me introduje en esto del blog un poco por casualidad y un poco por mi amiga Meritxell, a quien había conocido a través del foro de la Escuela de Letras de Madrid por el mes de mayo. Yo participaba allí ocasionalmente y ella me agradeció una información sobre lecturas relacionadas con el Holocausto. Me habló de su blog, y lo visité. Entraba allí, leía y salía, y al día siguiente repetía fielmente la visita. Meritxell me comentó que tenía dos blogs que usaba con los alumnos y me dio algunas direcciones. Esto me animó y me puse manos a la obra.
Aquella contradicción inicial entre escribir para no-lectores o para lectores se deshizo cuando Palimp y Meritxell me leyeron y desearon suerte. Vaya —me dije—, dos lectores, esto colma todas mis expectativas. Escribiré, pues, para mis escasos lectores, me dije (habrán podido comprobar que esta etapa inicial o de configuración del blog fue muy monologante: no cesaba de decirme cosas, claro como no tenía casi nadie a quien decírselas...).
Tras la fase de alumbramiento, muy relacionada, tristemente por cierto, con mi desconocimiento de cómo crear un blog, vino el aspecto ideológico: bien, me dije (todavía seguía en la fase monologante), y ahora qué perfil ideológico le doy al blog. Después de decirme esto la verdad es que me asusté un poco, ¿era yo el que había dicho eso de “perfil ideológico”? Me temo que por aquellas fechas leía demasiados editoriales, pero lo que quería decir realmente era: ¿y ahora qué escribo aquí? Por aquellas fechas —mes de mayo, ya saben— aprendí a configurar (¿se dice así?) las entradas. ¡Ahhhhh, qué placer informático poder configurar unas entraditas y que te funcionen! Por aquel entonces ya era lector habitual de Espacio sobre Literatura, Un hombre sentado en una silla, La donna è mobile, La Librería, La Divina Comedia, El Lector, Cuchitril Literario, La Bitácora de Magda Bandera, Octaedro, el blog de la Escuela de Letras de Madrid... Y la lectura de estos blog me llevaba a otros y estos a otros (¿efecto dominó se llama esto?). Fue entonces cuando pensé, después de haber superado la fase monologante, que yo debía permanecer mudo, afásico, no publicar nada, pues aquellos señores y señoras escribían post (¡qué palabro!) fantásticos, fenomenales, que a mí me encantaba (y me encanta) leer.
¿A dónde iba a ir yo con este mi blog recién parido? Definitivamente debía volver a la fase monologante y cerrar el blog. Había comprendido que las palabras iniciales de Meritxell y Palimp eran pura cortesía, bienvenida, pero resultó que lo que leía en aquellos blogs funcionó en mí como un acicate, un aldabonazo (aún seguía yo leyendo demasiados editoriales), y poco a poco fui dando forma al blog, que es como configurarlo pero en profano.
Y así están las cosas. Todavía no sé muy bien qué es este blog, aunque creo que es un poco de todo: reseñas, textos pseudoliterarios o con voluntad literaria, textos de otros, vidas ejemplares... en fin, una mixtura que me lleva bastante tiempo escribir. Y cuando escribo pienso en esos amables lectores que se pasan por aquí.
De vez en cuando hago clic en el primer enlace, ese cuadradito azul que está encima del contador, para ver dónde están ustedes, y lo que veo me deja realmente impresionado (ya leo menos editoriales, aunque no sé si ahora editorializo yo):

1. España 2403
2. Estados Unidos 33
3. México 24
4. Argentina 20
5. Chile 16
6. Venezuela 14
7. Uruguay 13
8. Suecia 9
9. Perú 9
10. Colombia 9
11. Alemania 7
12. Ecuador 5
13. Bélgica 4
14. Canadá 3
15. Francia 3
16. Brasil 2
17. República Dominicana 2
18. Países Bajos 2
19. Italia 2
20. El Salvador 2
21. Bolivia 2
22. Japón 1
23. Bulgaria 1
24. Nicaragua 1
25. Australia 1
Desconocido 5

¿Pero es posible, me pregunto, que me hayan visitado nueve personas de Suecia; una de Australia, otra de Japón, otra de Nicaragua, otra de Bulgaria...? Lo de España no me sorprende porque seguro que casi todas son mías...
Desconozco si esto es así o no, es decir: si realmente han pasado y pasan por aquí una persona de Japón, nueve de Suecia y cinco desconocidos. Estos últimos me encantan (y me inquietan, ¿será el doctor Pasavento uno de ellos?). Pero lo que sí es cierto es que cada vez que escribo pienso en ustedes, mis amables lectores, y les imagino contemplando más allá de la pantalla una limpia calle con fachadas de colores, o una montaña nevada, o una llanura amarilla, o escuchando trastear a los niños (¿ya se acostaron, Meritxell?), y si alguno de ustedes se sonríe o medita o apunta un título, entonces escribir este blog tiene sentido. Ésa es la auténtica trampa de la Red, que blogs como los suyos y lectores como ustedes le atrapan a uno en una red de relaciones que, digámoslo ya, le hacen feliz.
¡Muchas gracias!

6 comentarios

juan carlos -

Es la primera vez que entro en tu blog y lo he hecho, ya ves, por el mismo motivo por el que tú lo escribes: porque me gusta escribir para alguien, tener algunos lectores, aunque sean pocos. Y eso, que se puede llamar vanidad, me ha hecho detectar el enlace que has puesto a mi blog, Octaedro, a través de Bloglines. Ya ves, todos somos culpables de los mismos pecados.
No sé quien fue el que dijo que las cosas no tenían por qué tener un sentido, al menos no siempre, que quizá el único sentido que debemos buscarles es el placer que nos causan. A tí, como a mí, como a muchos de los que tenemos un blog, escribir nos produce placer. ¿No es suficiente motivo para continuar haciéndolo?
Continúa escribiendo. Por lo menos yo voy a seguir leyéndote.

Gatito viejo -

Lector a la sombra , un placer leerte .Me encanta tu blog .Saludos

Portorosa -

Creo que sí tiene sentido, tu blog. Lo leo todos los días, y casi (¿ves?, soy sincero) siempre me gusta mucho.
Si te sirve de algo, yo lo describiría como eminentemente literario.

¿Que te gusta tener lectores? Pues claro, ¿para qué escribiríamos si no?

Un abrazo muy fuerte, y sigue igual, Lector.

El lector a la sombra -

Ya veo, ya...

La donna è mobile -

A mí no me importaría escribirle desde Italia, o los Países Bajos. Ay, desde Japón. Me pediría Japón.

¿Qué tal desde Elche (Alicante)?

Ahhhhhhhhhhhh, ahora no se queje, Lector, este medio es así de descorazonador, :-)

Palimp -

Gracias a ti por tu voz. ¡Y a seguir posteando!

Tú si que me das envidia con algunas de tus entradas...