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Leyendo a la sombra

La pequeña muerte

Dos manos, quizás una. Dos dedos, acaso uno. Una boca, también dos. Las miradas sobran, las manos son las que ven. Los labios hablan, callan las bocas. Y dibujos, recorridos por la piel con un destino conocido, a veces fingido, otras ignorado.

Hay un eco del temblor final que pronto se olvida, no os empeñéis en recordarlo, de nada vale. La geometría permanece, aunque no siempre hay simetría.

 

 

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